Fernando Gracia Ortuño

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miércoles, 19 de junio de 2013

Enzarzados por la ficción

Una de las cosas peores -y por desgracia necesarias- en esto de los rodajes en los platós de escritura, es, por supuesto, la de la verosimilitud. Robert de Niro sabe mucho de esto. Hay que creerse al personaje. Lo malo viene cuando el personaje se lo cree tanto que no es capaz de distinguir realidad y ficción. 
Esto, cuyo ejemplo voy a narrar brevemente, es lo que nos pasó aquella madrugada a los personajes y a mí justo antes de ponernos a trabajar, mientras tomábamos el primer café. El protagonista se creía tanto su personaje que no se podía salir de él ni durante el desayuno. Le estaba azuzando al malo de la peli que hiciera su papel con mayor convicción, todo y que yo estaba viendo que lo hacía muy bien, según el guión. Pero Curro se empeñaba en lo contrario, y de ahí la pequeña discusión, cuando ya se acababa la novela:

-¡No, Sánchez, ¿no podrías hacerlo con más convicción? ¡Tienes que ser más convincente en las escenas finales! ¡Ningún malo de película reaccionaría así!

-¡Cómo que no! -intervine yo por alusión-. ¡Si lo está haciendo muy bien!

-¡Qué va! ¡Tendría que gritar más, como un...!

-¿Tronado? -intervino Sánchez. Y por un momento sus ojos brillaron burlonamente, con la misma perversidad con que lo había dotado en el personaje, justamente a él.

Por un momento, mientras se enzarban en esa ocurrente dísputa, llegué a pensar que realidad y ficción se sobreponían, porque se peleaban de un modo muy parecido al de la novela. 

Pero aquello, claro está, no tenía nada que ver. Era otra historia, sin argumento. Lo mismo que pensaba Sánchez de Curro, lo pensaba el otro de él, porque los dos, en cierto modo se creían el papel, y se lo tomaban muy en serio, si bien ninguno, fuera de los platós, estaba más tronado que el otro, como se habían insinuado mutuamente. O tal vez sí, porque a fin de cuentas los personajes, una vez fuera de la mente del su creador, adquieren esa autonomía clásica que los vuelve característicos...


Fernando Gracia Ortuño

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