Fernando Gracia Ortuño

Noticias, eventos y curiosidades en torno a la novela de Fernando Gracia Ortuño

miércoles, 25 de septiembre de 2013

De recortes y locuras



Llevaba demasiado tiempo en tensión. El sistema de recortes "muerte lenta" le estaba crispando los nervios desde hace mucho tiempo ya, entre sus propios compañeros se había establecido una especie de competición por exclusión consistente en adivinar el fallo del prójimo para inmediatamente ventilarlo a los cuatro vientos, y sobre todo a los superiores, a fin de anotarse un punto en el expediente a costa de una víctima más, -¡pero qué más daba!, lo importante era sobrevivir, como en el Titánic, sálvese quién pueda y maricón el último-, y aquél insignificante hecho fue la gota que colmó en vaso: ¡Un grumo en la crema de calabaza!!! Un grumo en la puñetera crema lo dio todo al traste en el momento exacto en que comenzó a gritar de aquella manera inhumana, desaforada, que había un grumo en la crema, que habían cometido un atentado contra las normas básica de higiene alimentaria y que aquéllo no podía quedar así. Inmediatamente se formó un consejo de guerra, y vinieron todos los superiores en formación militar: ¡Preguntas, gritos, el ambiente se volvió de pronto enloquecedor, y los propios médicos, los cirujanos y los auxiliares, los enfermeros y los celadores detuvieron ipso facto su actividad. En la mente de todos un sólo pensamiento: Alguien o algunos, más bien, se habían vuelto locos de remate en las cocinas centrales. Enseguida unos auxiliares de psiquiatría, conjuntamente con personal de seguridad y unos celadores de gimnasio bajaron precipitadamente por las escaleras hasta los sótanos. Llevaban consigo, como no, una ristra de camisas de fuerza para casos de emergencia. Pero cuando llegaron al lugar de los gritos tan inhumanos y locos, la dietista "Barrilete" acometió contra ellos de la manera más furibunda. Parecía "el Toro de la Vega" enfurecido. ¡Y sus gritos, sus gritos, amigos míos, causaban un espanto tan enervante y agudo que calaba los huesos al que los oía,  haciendo que incluso a  más de un celador le diera por poner pies en polvorosa...

Fernando Gracia Ortuño
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lunes, 9 de septiembre de 2013

El marco histórico social de la novela

Si me preguntaran si la novela refleja el momento histórico actual, contestaria que está ambientada en la inmediata actualidad. Y si compararan esta actualidad con un transatlántico denominado Titánic, contestaría que también admite la comparación, porque refleja el "hundimiento" no sólo de una generación de jóvenes "perdidos" en el extranjero, sino de la clase media, que ha ido perdiendo sus derechos paulatina y drásticamente en tan sólo unos años. La juventud del protagonista en este caso se usa como pretexto para ahondar en otras cuestiones sociales, económicas y políticas.
 
De todo esto y mucho más también se habla en la novela, como telón de fondo de una situación que desde el primer momento se declara en tensión entre el personaje protagonista y su circunstancia.
 
Fernando Gracia Ortuño
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miércoles, 4 de septiembre de 2013

En los ensayos de escritura de la novela

Son pequeñas anécdotas que pertenecen al making off de la novela, pero una vez, recuerdo, estando almorzando casi todos los personajes, el protagonista llamó la atención a Víctor, uno de sus más férreos rivales en la escena de los ensayos de escritura, y le espetó que no comiera tan rápido. Que si seguía así al final se quedaría con el sobrenombre que todo el mundo le asignaba dentro de la novela.
 
Víctor se incomodó un poco, y le preguntó qué tenía que ver la velocidad con el tocino, a lo que todos estallaron de la risa. Pero él, lejos de amilanarse, porque todo el mundo pensó automáticamente en el mote de "zampabollos" que le asignaban en los talleres, le instó a continuar con su explicación, como a la expectativa de su ridículo. A lo que Curro repitió que si comía tan rápido, cada vez se pondría más gordo, pero el otro no lo entendía, así que se lo explicó:
 
-¿No ves que si sigues comiendo compulsivamente, tu estómago, antes de estar satisfecho no puede enviar la señal al cerebro y come y come sin parar hasta reventar, y es por eso que no asimila que ya no tiene hambre, pues no lo dejas reposar, ni le das tiempo?
 
Era la típica norma de nutrición que siempre dicen los dietistas. Pero el interesado no lo comprendía, pues al instante le rebatió mascullando, todavía con la comida en la boca y masticando compulsivamente:
 
-¿Pero, Curro, johé, peazo alcornoque, si no como ahora, cómo voy a quitarme el hambre, johé...!
 
En ese preciso momento todos estallaron nuevamente a reír como locos, y Curro, mientras tanto, se echaba las manos a la cabeza, sonriendo como un pillo algunas veces, y riendo otras a las claras, cuando Víctor no lo miraba.
 
 
Fernando Gracia Ortuño
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