Fernando Gracia Ortuño

Noticias, eventos y curiosidades en torno a la novela de Fernando Gracia Ortuño

domingo, 21 de julio de 2013

El mundo está cambiando

El escenario de "Un detective en la Cocina" podría ser cualquier otro, los personajes cogidos al azar de una panadería, un súper, un bufete de abogados, un bar, un restaurante o una peluquería, porque, si nos paramos a pensar, en una panadería nos intentarían estafar igualmente con pan de aire, muy abultado y crujiente, pero sin substancia ni peso, o si es de calidad el triple de caro, salvo en los paquistanís, que se han dado cuenta, y ahora están aprovechando el tirón para vender pan verdadero, en contra de lo que están haciendo las panaderías, que venden algo parecido a la goma espuma vaporosa e insubstancial. En una peluquería nos raparían por un ojo de la cara, mientra una maquinilla de rapar vale menos de quince euros y tienes para varios años, pero como los chinos se han dado cuenta, ellos lo cortan por la cuarta parte del precio oficial, pero ¿quién tiene hoy en día para pagar el precio oficial de 40 o 50 euros por arreglarse las mechas en una peluquería oficial?

En un restaurante, lo que se conoce por engordar la factura era algo habitual, y mucho, como el vino, el café, los chinos, en cambio, más espabilados, y mirando a largo plazo, no tienen costumbres de engorde de factura, ofrecen precios económicos de menús baratos, y triunfan, se están adueñando del mercado. No intentan robar, como en muchos sitios, engordando facturas ni imaginando precios que no están a la vista, excepción hecha de los locales cerca de la playa, que han uniformado tendencia al latrocinio con exuberantes facturas de cara al turismo extranjero. Esto también sucede en los restaurantes filipinos y libaneses que en barrios más alejados son  baratos, pero si vas al paseo marítimo te sablean hasta los tuétanos.

Pero en general, aparte de estas contingencias oportunistas, el latrocinio y el sableaje es más nacional, reconozcámoslo, si queremos reconquistar nuestro comercio, nuestra economía y turismo ya en manos del extranjero. No sablean tanto, por eso cada vez tiene más éxito, y los restaurantes extranjeros con la misma calidad que los españoles, pero a mitad de precio, acaban triunfando: ¿Por qué será?

En los supermercados, ¿por qué sólo triunfa uno por goleada, o a lo sumo dos aquí, mientras los demás están condenados a la desaparición darwiniana? ¿Y por qué los súpers paquistaníes cada vez son más abundantes, mientras que el pequeño comercio local ha ido desapareciendo? Sencillo: La calidad y el precio han encumbrado a dos, el Dia y el Mercadona, los demás súpers tienen los días contados, y para el comercio alimentario de barrio o proximidad tenemos los paquis y los chinos, que nos han arrebatado, con pan de calidad, infinitamente más bueno que el de las panaderías típicas, y los mismos productos que en el súper, pero a tiro de piedra de casa, el mercado de los antiguos ultramarinos.

Ahora los ultramarinos son súpers de paquistaníes y chinos, indios y filipinos. Las peluquerías cada vez están más en manos de los chinos. Las tiendas de ropa, los todo a cien, todo en manos de los chinos, porque nosotros vendíamos eso mismo, todos esos productos a precios exorbitantes, y ellos en cambio los venden bien de precio, y la gente está con el agua al cuello, y no es tonta.

Cuando alguien nota que al comprar pan le han sisado, y encima le venden un pan de goma ultraligero como los aviones, no se lo piensa dos veces, se cambia al paqui de la esquina, a comprar un pan de mucha más calidad, y mucho más barato...

Claro, por eso digo, los personajes de la novela, podrían circunscribirse a muchos de estos ámbitios de la economía de comercio, en vías de desaparición, porque también ellos pertenecen a un mundo en vías de extinción, la gran cocina donde pululaban Fran, Sánchez, Curro, el Sonámbulo y demás, se viene abajo, pronto vendrán otras, de la mano de grandes empresas, que se llevarán por delante el mundo antiguo, de costumbres oxidadas y acomodaticias, típicamente locales, que ya pronto desaparecerán para dejar paso a un mundo nuevo en manos de otros que vendrán y se harán con el país, convirtiendo tal vez a los lugareños en sus propia mano de obra barata como ocurre en los países del tercer mundo...

Quién sabe... son sólo pensamientos, asociados a la novela.


Fernando Gracia Ortuño

Copyright

No hay comentarios:

Publicar un comentario