Es algo que nos remite instantáneamente al inconsciente, al bien siempre a la zaga del mal, a esa lucha contra los malvados ocuros y perversos escondidos, siempre ocultos en la tiniebla cerrada de la noche. Porque no tendría sentido un malvado tonto, que no fuera al mismo tiempo perverso, maquinador, manipulador y mentiroso, calumniador y todos los demás adjetivos detestables que ha inventado e incubado en sí la humanidad...
Por eso siempre la novela negra nos atrae, nos vislumbra por tratarse siempre un poco de esos quijotes de detectives o protagonistas desprevenidos siempre a la zaga, siempre en constante lucha contra el lado oscuro, contra la nada y la muerte. La maldad y la locura que han de ser necesariamente desenmascaradas, siempre...
Fernando Gracia Ortuño
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