Fernando Gracia Ortuño

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viernes, 15 de marzo de 2013

Vamos a aclarar una cosa...

Es un hecho en literatura de novela negra que los protagonistas sean personajes si no reales, cuando menos verosímiles. No se trata de crear un modelo de perfección ideal de protagonista, un cliché compendio de todas las virtudes, ni que el protagonista esté absolutamente exento de los avatares de la vida, con sus vulgaridades y sus picardías, sus miserias y sus canalladas, ni que la maldad intrínseca en el ambiente general de una novela no le afecte lo más mínimo al personaje protagonista. 

Claro que si, por ejemplo, el joven de color de una novela del género negro titulada "Escupiré sobre vuestra tumba", de Boris Vian, hubiera sido un joven apuesto y formal detective en busca de los malos, él mismo, al ser un chico negro perfecto y formal en busca de justicia, jamás hubiera podido describir el sórdido ambiente de la novela, ni mucho menos el racismo en la Francia de la posguerra. Sería imposible, y el resultado sería un bodrio moralista, blandengue e insoportable. En cambio, escriendo "Escupiré sobre vuestra tumba" logra lo inaudito, pues para describir el racismo real ¿quién mejor que un negro víctima de ése racismo irracional y ciego, que lo ha vivido en carne propia y está sediento de venganza?

Si Boris Vian hubiera sido el protagonista de su novela, y no un supuesto negro norteamericano, personaje humano bien caracterizado, un criminal, vamos, está claro que no tendríamos una de las mejores novelas negras de todos los tiempos. Tendríamos casi un sermón desde el punto de vista de las víctimas.
Por eso tal vez se explique su censura en su momento, el que los críticos no le pudieran perdonar jamás el atrevimiento de describir una realidad posible, la del crimen de los negros desde el prisma de las víctimas, desde ése punto de vista de los negros inexistente, pero también de todas las épocas. Y por eso tal vez el libro fue condenado por ultraje a la moral, exabrupto antirracista, y la "buena sociedad francesa" nunca le perdonó en la novela que "un negro" se tomara la justicia por su mano en un país, supuestamente Norteamérica, donde por aquél entonces brillaba por su ausencia.


Fernando Gracia Ortuño

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