Fernando Gracia Ortuño

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sábado, 11 de mayo de 2013

Tendencias culturales

Primero, después de siglos de férreo oscurantismo medieval, tuvimos el denominado Landismo, plataforma de salvación en el proceloso mar de las tentaciones, pero que de momento nos abrió las fronteras a Europa y nos hizo un poco humanos, por lo menos con pies y manos, como los demás blanquitos europeos que venían de Suecia, Italia y Noruega a nuestras costas en busca del anhelado sol. 
 
Fue la casual forma en que nos abrimos al mundo, sí, y con su consecuente destape, -puesto que en Europa las gentes eran más naturales, vivian más alegres, y se reproducían sin tanto mojigaterismo, haciendo uso de su libertad-, el de las gentes que comenzaron a conocer de súbito partes de la anatomía humana antes firmemente desconocidas y ocultas, altamente censuradas por la Inquisición y demás formas de cultura religiosa castrativa, llegó la reproducción, asistida o no, avalada por la anhelada Europa, y el país comenzó a reproducirse poco a poco, la población creció, a expensas de la venta de profilácticos en las farmacias, y todavía, no sin cierto recelo, Europa nos comenzó a mirar con buenos ojos, sin  abogar todavía por los recortes de hoy en día, de cataplines y demás, y el despilfarro y los guateques, las orgías y las antiguas "degeneraciones libidinescas" comenzaron  a campar a sus anchas a costa de la represión inquisitorial y religiosa respaldada por el poder político anterior, denominado, curiosamente, Franquismo... ¿Otra corriente cultural?
 
Después de tanto desgaste hormanal de las sanas poblaciones de las distintas comunidades autónomas, -en que por cierto se había dividido "El Imperio" con la transición sexodemocrática-, llegó un nuevo fenómeno cultural al país, denominado Torrentismo, que gracias a su personaje principal, Torrente, ahondaba en los aspectos aperturistas de la cultura universal, y se instaló de tal modo que profundizó en expresiones y tópicos de las formas del lenguaje de los personajes, sus maneras de ser y actuar, sus jergas y modus vivendis, y finalmente sus típicos  anhelos de vida enmarcados dentro de las energías libidinescas y los impulsos primordiales de la especie no censurados ya por el poder político castracionista.

En los tiempos actuales se ha dado a conocer una nueva tendencia cultural y una corriente literaria denominada Currismo. Basado en las formas y estilos de expresión del personaje principal y de sus contrincantes en la novela "Un detective en la cocina", el Currismo representa un nuevo avance cultural aperturista al mundo en el país de los recortes y la supeditación a los dictámenes europeos. 

A pesar de que Europa nos reprocha muchas veces nuestros patéticos protocolos y formas tipical hispanish a la hora de relacionarnos con ellos en el Parlamento Europeo, que muchas veces les hacen reír a carcajada limpia por la ingenuidad de las proposicones y la forma en que son expuestas, -sumisamente y con evidentísimo complejo de Estocolmo, no de Bruselas-, son expresiones de la cultura que ellos comprenden que nos pertenecen y que forman parte de nuestro substrato cultural inmemorial. Y aunque a veces insinúen que está amodorrando la cultura de los libros, que ellos conocen a pesar de sus "buenas" intenciones recortistas, el Currismo, las formas culturales y enciclopédicas actuales de las formas del lenguaje que encierra esta jerga y tendencia generacional innovadora e inequívocamente española, se está abriendo paso en el mundo y en el horizonte europeo con expresiones como: "¡Eppaña va biennn! Ettamo en er buenn camino, con casi siete millones de parado y en aumento, sí señó...!" Palabras que seguramente pronunciaría uno de los personajes de esta novela generacional enmarcada en el Currismo.


 
 
Fernando Gracia Ortuño

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