Primero, después de siglos de férreo oscurantismo medieval, tuvimos el denominado Landismo, plataforma de salvación en el proceloso mar de las tentaciones, pero que de momento nos abrió las fronteras a Europa y nos hizo un poco humanos, por lo menos con pies y manos, como los demás blanquitos europeos que venían de Suecia, Italia y Noruega a nuestras costas en busca del anhelado sol.
Fue la casual forma en que nos abrimos al mundo, sí, y con su consecuente destape, -puesto que en Europa las gentes eran más naturales, vivian más alegres, y se reproducían sin tanto mojigaterismo, haciendo uso de su libertad-, el de las gentes que comenzaron a conocer de súbito partes de la anatomía humana antes firmemente desconocidas y ocultas, altamente censuradas por la Inquisición y demás formas de cultura religiosa castrativa, llegó la reproducción, asistida o no, avalada por la anhelada Europa, y el país comenzó a reproducirse poco a poco, la población creció, a expensas de la venta de profilácticos en las farmacias, y todavía, no sin cierto recelo, Europa nos comenzó a mirar con buenos ojos, sin abogar todavía por los recortes de hoy en día, de cataplines y demás, y el despilfarro y los guateques, las orgías y las antiguas "degeneraciones libidinescas" comenzaron a campar a sus anchas a costa de la represión inquisitorial y religiosa respaldada por el poder político anterior, denominado, curiosamente, Franquismo... ¿Otra corriente cultural?
Después de tanto desgaste hormanal de las sanas poblaciones de las distintas comunidades autónomas, -en que por cierto se había dividido "El Imperio" con la transición sexodemocrática-, llegó un nuevo fenómeno cultural al país, denominado Torrentismo, que gracias a su personaje principal, Torrente, ahondaba en los aspectos aperturistas de la cultura universal, y se instaló de tal modo que profundizó en expresiones y tópicos de las formas del lenguaje de los personajes, sus maneras de ser y actuar, sus jergas y modus vivendis, y finalmente sus típicos anhelos de vida enmarcados dentro de las energías libidinescas y los impulsos primordiales de la especie no censurados ya por el poder político castracionista.
En los tiempos actuales se ha dado a conocer una nueva tendencia cultural y una corriente literaria denominada Currismo. Basado en las formas y estilos de expresión del personaje principal y de sus contrincantes en la novela "Un detective en la cocina", el Currismo representa un nuevo avance cultural aperturista al mundo en el país de los recortes y la supeditación a los dictámenes europeos.
A pesar de que Europa nos reprocha muchas veces nuestros patéticos protocolos y formas tipical hispanish a la hora de relacionarnos con ellos en el Parlamento Europeo, que muchas veces les hacen reír a carcajada limpia por la ingenuidad de las proposicones y la forma en que son expuestas, -sumisamente y con evidentísimo complejo de Estocolmo, no de Bruselas-, son expresiones de la cultura que ellos comprenden que nos pertenecen y que forman parte de nuestro substrato cultural inmemorial. Y aunque a veces insinúen que está amodorrando la cultura de los libros, que ellos conocen a pesar de sus "buenas" intenciones recortistas, el Currismo, las formas culturales y enciclopédicas actuales de las formas del lenguaje que encierra esta jerga y tendencia generacional innovadora e inequívocamente española, se está abriendo paso en el mundo y en el horizonte europeo con expresiones como: "¡Eppaña va biennn! Ettamo en er buenn camino, con casi siete millones de parado y en aumento, sí señó...!" Palabras que seguramente pronunciaría uno de los personajes de esta novela generacional enmarcada en el Currismo.
Fernando Gracia Ortuño
Copyright
No hay comentarios:
Publicar un comentario